Cuando se conoció, el miércoles, la muerte de Ray Bradbury, no pensé en viajes a Marte ni en cohetes espaciales que surcan el cosmos. Pensé en el verano. Uno muy distinto del de Pavese. El verano de la infancia.
Leer el comienzo de El vino del estío , novela autobiográfica de Bradbury, es invocar el aroma perdido de la infancia y acercarse al prodigio de recuperarlo. Allí Douglas Spaulding, de 12 años, despierta una madrugada en su casa de Green Town, Illinois, y mientras el pueblo aún duerme... Continuar leyendo